Se compone de 248 páginas divididas en 18 capítulos.
La narración contiene a su vez dos historias: en una aparecen unos personajes nocturnos que encierran su propia vida, con sus misterios, sus ocultaciones, su tragedia, sus manías,…; y les une que ninguno quiere volver a su hogar, insomnes que huyen de algo, es más real. La otra es más surrealista, asemejan imágenes oníricas, es como si una cámara penetrara en el interior del personaje, sin transmitirnos nada, todo es confusión, intentamos comprender y no obtenemos nada, quedándonos sólo dudas.
Hay muchas referencias a discos musicales en los que se mezclan tres estilos: música de jazz, música japonesa (parece ser grupos modernos) y música clásica. Intenta resaltar el ambiente de los escenarios que aparecen, ya que durante la noche, donde disminuye el volumen de sonidos ambientales, juega un papel importante la música. Se comenta que durante un tiempo el autor regentó un club, o un bar, donde se interpretaba música de jazz.
En cuanto a gustos, el libro ha gustado a la mitad
de los asistentes y a la otra mitad no.
Algunos buscaban algún sentido a la historia, no
encontrando lógica a acciones que aparecen en él, sobre todo a la parte
surrealista (onírica), o que no tenga un final definido, mientras otros valoran
que esa es la forma de escribir del autor, lo que lo define, y no hay que
buscarle el orden estructural de otras obras literarias clásicas.
Se valora que, aunque escribe bien, se hecha en
falta más contenido literario.
A otros ha gustado su sencillez y buen vocabulario,
y lo recomiendan precisamente por esa forma de escribir que tiene el autor.
También se valora como la invitación a hacer una
reflexión sobre nuestro interior ante la vorágine y la inmediatez del mundo
actual. Esa cámara que penetra en el televisor apagado es como si entrara dentro
de nosotros y muestre qué encerramos y lo saque para verlo.
Alguno define el libro como un guión
cinematográfico para rodar con una webcam.